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José Luís Duarte Ramírez
expresiones, pero todas ellas pueden caracterizarse por la importancia central dada a la con-
ciencia, a las ideas, al pensamiento, al sujeto, al yo, en el proceso del conocimiento.
Se llama, idealismo según Ferrater (1985), a toda doctrina y a toda actitud según la cual lo más
fundamental, y aquello por lo cual se supone que deben regirse las acciones humanas, son los
ideales, realizables o no, pero casi siempre imaginados como realizables. Desde esta perspec-
tiva, el idealismo se contrapone al realismo, entendido este último como la doctrina o simple-
mente la actitud según la cual lo más fundamental, y aquello por lo cual se supone que deben
regirse las acciones humanas, son las realidades, los hechos constantes y sonantes. Este sentido
del idealismo suele ser ético o político, o ambas cosas a la vez.
Al hacer referencia al idealismo nos encontramos con dos tendencias, por un lado, el idealismo
objetivo o lógico (de Platón, Leibnitz, Hegel y otros filósofos), en el cual los objetos son engen-
drados, de una forma u otra, por factores, causas, creencias o ideas que son independientes
de la conciencia humana. Por otra parte, está el idealismo subjetivo (de Berkeley, en particular),
los objetos que conocemos corresponden a nuestras sensaciones: la existencia de los objetos
consiste en ser percibidos. Ellos son sólo ideas; de ahí el término idealismo.
Por su parte, Kant basó su idealismo trascendental en el argumento según el cual el conoci-
miento se apoya en sensaciones referidas a un mundo compuesto de fenómenos (que deno-
mina cosas en sí.) Sin embargo, si bien la mente, la razón, no puede imponer una estructura a
la realidad como tal, puede hacerlo sobre las apariencias ya que ella (la razón) posee ciertas
categorías a priori (como sustancia y causa) que son independientes de toda experiencia sen-
sorial. De acuerdo con estas afirmaciones, Kant insistía que su posición no arrojaba ninguna
duda sobre la ciencia y que, por el contrario, era la única fórmula para salvarla del escepticismo.
La ciencia dice la verdad, afirma, pero sólo la verdad sobre las apariencias.
El racionalismo
Hay varias formas de racionalismo, como el metafísico (toda la realidad es de carácter racional),
psicológico (el pensamiento es superior a las emociones y a la voluntad) y el racionalismo gno-
seológico o epistemológico cuyos conceptos centrales tienen mayor pertinencia con nuestro
tema de los supuestos filosóficos de las ciencias sociales. En esa forma el racionalismo afirma
que es posible conocer la realidad mediante el pensamiento puro, sin necesidad de ninguna
premisa empírica. En esencia, esa es la posición de tres de los más destacados representantes
del racionalismo: Descartes, Leibniz y Spinoza. Por ejemplo, Descartes probó la existencia de
Dios y del mundo físico a partir de la premisa racionalmente indudable “pienso, luego existo”.
El conocimiento es propiamente tal cuando tiene necesidad lógica y validez universal. Sólo la
razón puede permitir decir que una cosa es como es y no puede ser de otra manera. Sólo la
razón tiene la capacidad de obtener por sí misma, mediante la deducción a partir de las ideas
innatas, otros conocimientos del tipo “todo efecto tiene una causa”, que es evidente pues es-
tablece una relación necesaria. Tales conceptos reciben el nombre de juicios sintéticos, que por
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